Con Trashumancia el autor evoca sus vivencias como pastor, oficio en el que según sus propias palabras “Comencé siendo muy niño. Primero en Pedraza de la Sierra, donde el jornal que percibía no era mucho más que el de la comida diaria.
Después, alrededor de los trece años, fui a Extremadura ya como trashumante, superando todas las categorías excepto una, la de ser propietario de un rebaño.”
Muestra de forma clara y didáctica los usos y costumbre de los pastores, haciendo especial hincapié en aspectos con la vestimenta, la alimentación (propia, de los rebaño y de los perros que cuidaban de las ovejas), y de los aperos y enseres que utilizaban en su quehacer diario.